lunes, 26 de noviembre de 2018

decrecer

Tan distinto a otra gente, para mi y mi percepción, un humano diferente. De los que van elevando, aunque creo que vos ibas volando. Quise volar con vos, pero en tu cielo no había espacio para mis alas, trate de buscar atajos...intentado en silencio y siempre desde abajo, pero nunca volteaste la vista, no encontraste razón, siempre miraste hacia arriba. Y yo, siempre estuve debajo porque es ahí a donde pertenezco, ahí es de donde vengo, y hoy, nuevamente, yo decrezco. Generé mi propio cielo para poder volar pero no dejó de ser, el mejor subsuelo donde puedo enloquecer. Supiste tener magia, pero no hacer milagros, y tus deseos por mi se tornaron algo magros. Apuntaste muy alto y yo siempre debajo, por que es ahí a donde pertenezco, ahí es de donde vengo y hoy, nuevamente, yo decrezco.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Reciprocidad

Por mis venas corre más amor que sangre. Creo haber nacido para querer. Mi corazón late distinto, explota de cariño. Querer, me sale desde lo más profundo de mi cuerpo sin que yo lo fuerce ni un poco. Dar amor, para mi, es más facil que respirar. Tal vez, a mi no me entra más amor en el cuerpo porque no necesito espacios para recibir. Está repleto de amor para dar. Tal vez, mis poros se tapen de amor para dar, y es por eso que no quedan caminos por los cuales recibir. Tal vez sí nací para dar amor y no recibir. O solo es un consuelo a lo que no es mutuo. ¿Puede ser que jamás sea mutuo? Tal vez no quiero bien. O el resto no capte mi forma de querer. ¿Y si por destinar todo el cariño de mi cuerpo a los demás, no dejo un lugar de amor para mi? Tal vez tema que no sea mutuo ni siquiera conmigo misma, y eso, sería asumir que si ni siquiera es conmigo, nunca voy a conocer la reciprocidad. Es tan difícil como escribir esa palabra. Tal vez sea eso, un ser que explota de amor para dar y solo dar.

martes, 13 de noviembre de 2018

Mi alma desborda

Siento que si la felicidad fuese un objeto, yo la tendría en mis manos. Mi cuerpo está lleno de pequeños bichitos que constantemente me dan ganas de moverme, saltar, gritar, temblar. El lagrimal se vuelve un tsunami cuando en mi mente proyecto lo que estoy viviendo. Mis poros se abren para erizar mi piel, pero ni abriéndose al máximo puedo sacar lo que siento. Es mucho. Y es de todo. Me duele la cara de sonreír y los pulmones de respirar. Respirar profundo el aire más puro que respiré en el último tiempo. Pienso, hablo, soy felíz. Escribo, eso me hace más felíz. Siempre mi cuerpo fue una montaña rusa de emociones, pero en estos casos es un ascensor en el subsuelo, solo sube. Sube, como mis emociones, mis brazos al cielo, mi voz para gritar y mis ganas de seguir. Ni escribiendo un libro podría explicar lo que siento. Porque el lenguaje es limitado cuando la felicidad colapsa en el cuerpo. Porque las palabras sobran cuando lo que hay que decir desborda el alma.

viernes, 2 de noviembre de 2018

Real y mágico

Cerré los ojos, me sentí plena.
Así, como cuando todo lo malo se reduce. Cuando le encontras solución al mundo y la existencia cobra sentido.
Real y mágico.
Me sentí cerca y a la vez lejos, allá, tocando el cielo.
Duró tres segundos y pareció eterno, aunque nunca es suficiente.
El tiempo se paró. El mundo se paró. Mis miedos se paran, mis inseguridades quedan nulas.
Aunque el tiempo se paró, también sentí que corría. Y corría muy rápido.
Así se siente, una montaña rusa de emociones.
No hay buenas palabras para describirlo, porque las palabras sobran cuando lo que hay que decir desborda el alma.
Así se sienten los abrazos, desbordan el alma.