martes, 22 de enero de 2019

rearmarme

Sus brazos con los míos encajaban de manera minuciosa y perfecta, así como un rompecabezas de mil piezas, de esos que tiene mi abuela colgados en la pared. Nuestras piernas se entrelazaban y yo las sentía como cuando me ato los cordones con doble nudo, imposible de desatar. Sin mentir, las manos parecían mis remeras, la talla justa para estar sobre mi cuerpo. A veces, sonaba el tamborcito de tu pecho y yo quedaba atrapada en la enredadera de tu amor. Es ese el momento: llega una dosis de realidad. Al final del día, los rompecabezas se desarman, los cordones se desatan, las remeras se sacan. Lo único que sigue, es el tamborcito de tu pecho y yo atrapada en esa enredadera, ahora sin tus brazos, sin tus piernas y tampoco tus manos. Solo me tengo a mi, tratando de rearmarme o de re-amarme como vos no pudiste hacerlo